Terminando mi tercer año de Arquitectura, entre entregas, exámenes, correcciones y noches sin dormir, como caída del cielo aparece la oportunidad de pasar un fin de semana en Alemania. Los horarios de los vuelos, combinados con los de mis exámenes, no me permitían quedarme allí más de dos días y medio, pero la propuesta de ir a visitar a mi padre y desconectar del barullo madrileño era difícil de rechazar.

Localización Oberammergau y Múnich, Alemania.

Sobrevivido el madrugón inevitable que traen consigo los vuelos low-cost, aterrizo en Múnich, donde la aventura no ha hecho más que comenzar. Con ningún conocimiento de alemán me bajo del avión y dejo que la marea de gente me arrastre hasta la salida. Finalmente, tras numerosos trenes y conversaciones con revisores con los que no soy capaz de comunicarme, llego al que ese día sería mi destino: Oberammergau.

Oberammergau

Esta pequeña ciudad, situada a 80km de Múnich, era una completa desconocida para mí, lo que hizo que no esperase nada de ella más que una habitación de hotel y un desayuno rápido antes de dirigirnos hacia nuestra atracción principal.

Protegida en el valle del río Ammer, su principal actividad económica reside en las pistas de esquí y el turismo, lo cual le lleva a cuidar mucho su estética, destacando los frescos de las fachadas y la importancia de la madera. Pese a que existen decoraciones paganas, la mayoría tienen un carácter religioso. Resulta difícil pasear por sus calles fijando la mirada en el suelo, ya que a cada paso encontramos algo digno de contemplar; frescos que cubren fachadas completas, marcos de ventana trabajados hasta la perfección, figuras religiosas talladas en madera que habitan las plazas, las fuentes y las calles; todo ello sobre el fondo inigualable que crean las montañas, rodeando y protegiendo este pequeño pueblo por cada uno de sus lados.

Oberammergau.

Oberammergau me hacía sentir como un personaje de cuento. Podría haber paseado por ella hasta la saciedad, recorriendo las praderas interminables y sentándome en el borde del río viendo el tiempo pasar, pero la realidad es que íbamos contrarreloj y lo único que podía hacer era intentar apreciar y recordar esas sensaciones con la mayor claridad posible y guardarlas para otro momento.

Múnich

Poco más de una hora de viaje en un coche de alquiler nos llevaba a Múnich, capital del estado federado de Baviera y tercera ciudad alemana en número de habitantes. Centro financiero y editorial, cuenta con el título de “ciudad alemana con mejor calidad de vida”, personalidad que queda reflejada también en el lema de la ciudad: “München mag Dich” (a Múnich le gustas).

Debíamos recorrerla en tan solo un día o nuestros horarios se descuadrarían, por lo que dividimos la visita en las tres partes que consideramos más interesantes e importantes para conseguir captar la esencia de la ciudad.

El Estadio Olímpico de Múnich

Arquitecto: Frei Otto, Günther Behnisch
Fecha Inicio: 1968
Fecha Culminación: 1972
Extensión de la cubierta: 74.800m²
Extensión de la cubierta sobre el Estadio Olímpico: 33.750m²

Olympicpark.

El parque olímpico se sitúa al Norte de la ciudad, en una zona conocida como “Montaña de los Escombros” por su papel como terreno militar durante la Segunda Guerra mundial. El papel que habían interpretado los alemanes en los conflictos bélicos anteriores hacía que Otto y Behnisch fueran los encargados de ofrecerle al mundo una nueva imagen del país, bajo el lema de los juegos “The Happy Games”. El proyecto consta de una estructura tensada ligera, formada por un sistema de apoyos y cables, que conllevaba el uso de unos cálculos matemáticos que no habían sido utilizados nunca para determinar una cubierta. La forma utilizada también resultaba nueva, imitando el drapeado y las elevaciones de los Alpes suizos y extendiéndose sobre las piscinas, el gimnasio y el estadio principal como una nube que flota sobre el lugar. Algunos sostienen que el resultado no es más que una respuesta arquitectónica caprichosa a la cubierta pesada y autoritaria que había hecho sombra sobre los juegos de Berlín (1936).

La membrana que serviría de cubierta para todo el espacio escondía grandes dificultades. Entre ellas, la gran escala con la que se debía trabajar. No sólo había que construir una atracción de gran tamaño, si no que debía unir espacios llenos y espacios vacíos y hacerlos formar parte del mismo conjunto, por lo que la cubierta no se limitaría únicamente a los edificios, si no que se extendería por los alrededores creando espacios flexibles multiusos. De esta manera, se contribuye a la intención de crear un paisaje artificial que te guíe hasta el estadio principal. La membrana se va haciendo más densa, comprimiéndose hasta llegar a desvanecerse alrededor del estadio, que queda fuera de la cubierta. El estadio, con menor cota que el resto del conjunto, se construye en el cráter creado por un bombardeo durante la Segunda Guerra mundial y posee el papel de elemento central. A este juego de tensiones se le suman los cambios de escala que permiten que la estructura flote creando grandes volúmenes abiertos para luego volver a enterrarse en el suelo. La totalidad del complejo, por lo tanto, la forman tanto las instalaciones deportivas (estadio, pabellón, piscinas…) como el parque, el lago y la torre olímpica.

Torre, membrana y lago.

La conexión que crea con el paisaje en el que se encuentra resulta armónico, poético. No lo invade, sino que lo acompaña en su ritmo de subidas y bajadas, montes y valles. Cada uno de los elementos quiere formar parte de ese mismo paisaje, de manera que los paneles de la cubierta brillan con el sol, reflejando la luz, el color del cielo y el resto del entorno, haciendo que la cubierta se transforme en nada más que una nube que flota sobre el paisaje sin abandonarlo.

Respecto a la materialidad de la cubierta, nos encontramos con una trama metálica que tiene sus pequeños espacios recubiertos con PVC, sobre un tejido de poliéster, de manera que el peso es mínimo, permitiendo su construcción y la sensación de increíble ligereza. Previendo posibles dilataciones a causa de cambios de temperatura, todo ello descansa sobre sobre unas válvulas de neopreno.

A pesar de que las tensiones están completamente equilibradas y la construcción es muy estable, no es esa la sensación que uno tiene cuando se encuentra bajo sus grandes ramas. Lejos de la ortogonalidad de la arquitectura moderna de esa época, Otto y Behnisch crean unas formas orgánicas en constante tensión, pareciendo tirar de un cable y luego de otro en un eterno juego.

Membrana, cables tensores y apoyo vertical.

Detrás de todas esas sensaciones se encuentra un sistema estructural jerarquizado que es capaz de crear los volúmenes. Los mástiles verticales se encargan de que la membrana se suspenda creando las curvas del drapeado y que fluya cambiando de escala y forma. A continuación, los cables pretensados hacen que las cubiertas más grandes se estabilicen, y a partir de ellos nacen unos cables más pequeños que se ramifican y conectan entre ellos. Todo este sistema se ancla al terreno mediante unos grandes cimientos de hormigón. La unión entre todos estos cables se lleva a cabo mediante un nudo de acero de fundición con un sistema de anclajes, atornillados y tensados que tienen como resultado una malla estructural.

Sistema estructural jerarquizado. Mástil vertical, suspensiones, cables pretensados y cimientos.

La precisión geométrica que debía caracterizar al proyecto obligó la utilización de nuevos métodos para calcular estructuras que tuvieron especial relevancia en la arquitectura “High Tech”. Gracias a los avanzados y precisos cálculos de Otto, la cubierta pudo ser prefabricada y el montaje resultó sencillo al estar dotado de gran precisión, a pesar de tratarse de una de las obras más innovadoras y estructuralmente complejas del mundo.

Al igual que la mayoría de los parques olímpicos, la ciudad asegura que sigue sirviendo como sede de eventos culturales, sociales y religiosos. Lejos de ser una experta en estadios olímpicos, ninguno de los que había visitado con anterioridad se veían tan llenos de vida como aquel. La sensación de un elemento desierto y fuera de escala se perdía por completo, quizás por el gran número de personas que corrían por las orillas del lago, paseaban, descansaban en el césped… o quizás por el enorme mercadillo de segunda mano que se desarrollaba en los aparcamientos del complejo olímpico. La sobriedad de una enorme estructura formada por redes y tirantes en perfecta sintonía contrastaba con el desorden aparente de un mercadillo lleno de vida.

Mercadillo de segunda mano con estructura de fondo.

BMW Welt

Arquitecto: Coop Himmelb(l)au
Fecha Inicio: 2003
Fecha Culminación: 2007
Extensión del terreno: 25.000m²
Extensión de la huella: 16.500m²
Extensión construida: 73.000m²

Exposición Mundo BMW.

Como ya dijimos antes, Múnich es un moderno centro económico y cuenta con la sede principal de grandes empresas como Siemens, Allianz o BMW (Bayerische Motoren Werke). Encontrándonos en el Olympiapark, la visita al mundo BMW se volvía obligada: con la torre BMW como referencia nos dirigimos hacia él.

Doble cono. Al fondo, la Torre BMW.

El cambio de ambiente entre el parque olímpico y este complejo de edificios era notable, pasando de uno natural a un nuevo ambiente industrializado. Desde el uso de los materiales hasta las curvaturas sucedidas a lo largo de toda la composición, todos sus elementos te hacían querer recorrerlo a la vez que observarlo hasta llegar a comprender dónde terminaba cada una de sus curvas.

Comenzada la construcción en 2003, el proyecto había ganado el concurso gracias a su apariencia única y su capacidad de ser visionario, sustentable y versátil, y compartiría terreno con la « torre de los cuatro cilindros » y el museo. El edificio en sí guarda diferentes funciones: contiene una exposición actual de todos los modelos de BMW, dos restaurantes, un café-bar, un auditorio multifuncional, dos salas de conferencias y un centro de negocios.

A pesar de que ya atrae al público por su novedosa forma y su exposición en el interior, BMW no quiso quedarse ahí y hace de su espacio un foro permanente que ofrece actividades artísticas para los habitantes. Este hecho cobra aún más sentido si conocemos la inspiración del arquitecto a la hora de diseñarlo: la Acrópolis de Atenas. Como dijo Coop Himmeb(l)au durante una de las entrevistas posteriores a la construcción, « es un tipo de plaza cubierta donde pueden suceder cosas no necesariamente conectadas con recoger un coche ». Esta inspiración de la arquitectura clásica no evitó que el edificio fuese caracterizado por la silueta y los materiales futuristas típicos de Coop Himmeb(l)au.

El acceso al edificio lo hicimos por uno de los ascensores que suben desde el aparcamiento, por lo que al abrirse las puertas el panorama fue más chocante que desde otros accesos. La amplitud del hall central combinado con el carácter escultórico del techo, las escaleras monumentales, los puentes curvos y balcones sostenidos en el aire hace del espacio una obra de arte en sí misma. El uso de los materiales y de una tipología tan novedosa hace que el edificio resulte una obra más de BMW, vanguardista y de última tecnología. Como averiguaría más tarde, no sólo resultaba novedoso en su forma si no también en sus recursos: el BMW Welt está dotado de 16.500m² de paneles solares que generarían gran parte de la energía consumida por el edificio.

Interior BMW Welt.

La construcción del edificio se llevó a cabo con placas de acero y cristal, obteniéndose un resultado semitransparente con estructura de acero ondulado que se consigue creando una malla triangulada que a su vez forma las superficies curvas.

A pesar de que el edificio es destacable en muchos aspectos, el más famoso es el cono doble que cierra el edificio con una doble torsión. Esta obra de vidrio y acero es la encargada de sostener la triangulación de acero y paneles solares que conforma el techo de la construcción y que parece volar sobre todo el conjunto. Recubierto de vidrio templado y reforzado por láminas de vidrio de seguridad, resulta motivo inmediatamente fotografiable que además se ve facilitado por la existencia de una pasarela que comunica el BMW Welt con su museo.

Doble cono visto desde la pasarela.

Centro de Múnich

El tiempo se nos echaba encima, ya que había sido difícil cumplir los horarios en las dos visitas anteriores que habían resultado más interesantes de lo que creíamos. Nuestro paso por el centro de la ciudad acabó siendo breve pero suficiente como para empaparnos de la personalidad de la ciudad.

Entramos a la ciudad por la avenida en la que se encuentra el “siegestor”, arco del triunfo coronado por la estatua de Bavaria y seguido por las Universidades de la ciudad.

Siegestor.

Jóvenes y ancianos desencadenaban sus bicicletas de aparcamientos repletos de ellas y nos adelantaban como en una carrera hacia el corazón de la ciudad. Lo que no sabíamos era que el barullo de bicicletas nos acompañaría durante toda la visita y que, lejos de resultar molesto, estaría en perfecta sintonía con cada uno de nuestros pasos. En palabras de Jane Jacos,  parecían bailar con nosotros “pero no una danza de precisión y uniforme en la que todo el mundo levante la pierna al mismo tiempo, gire al unísono y haga la reverencia en masa, sino a la manera de un enredado ballet en el cual cada uno de los bailarines y los conjuntos manifiestan claramente sus elementos distintivos, que, como milagrosamente, se dan vigor y densidad mutuamente, componiendo entre todos un conjunto armónico y ordenado.” CityLab Vida Urbana.

Bicicletas. De fondo, el Teatro Nacional.

Siguiendo los pasos marcados por el resultado de Google a la búsqueda “como visitar Múnich en una sola tarde” recorrimos los elementos más emblemáticos de la ciudad, desde Marienenplatz hasta Karlsplatz, pasando por Sendlinger Tor. La falta de tiempo hizo que nos propusiéramos sólo detenernos en aquello que no pudiésemos evitar, por lo que las paradas inevitables fueron únicamente dos.

Centro Judío en Múnich

Sinagoga.

Arquitectos: Wandel Hoefer Lorch + Hirsch
Fecha del Proyecto: 2007
Extensión: 11.890m²

Recorriendo las calles llegamos hasta el Centro Judío, integrado en uno de los espacios públicos de la ciudad y conformado por una sinagoga, un museo y un centro comunitario. La sinagoga juega el papel de pieza central en el conjunto y fue realmente la que captó nuestra atención e hizo que nos acercásemos. Orientada hacia el este y quedando libre en el espacio, su base cerrada es de piedra y sobre su centro se levanta una construcción de acero y vidrio. Su materialidad resulta simbólica, siendo la base de piedra natural en bruto los fuertes fundamentos de la religión, como una piel que rodea y protege las oraciones. Por el contrario, la cubierta acristalada parece disolverse a medida que asciende, disolviéndose en la trascendencia la luz.

El museo lo forma el cubo más pequeño del conjunto y comunica entre sí los otros dos elementos. Retoma la dualidad de la sinagoga pero invierte sus materiales, con un cubo de piedra pulida para la exposición y una planta baja acristalada, creando tensión entre la masa, la apertura, la compacidad…

El centro comunitario, por su parte, está fragmentado en diferentes cubos. de losas que cortan el reflejo de la luz y la sobra en las fachadas y alrededor de los patios.

Sinagoga y Museo judío.

Viktualienmarket

Decididos a darnos un descanso más que merecido, la última parada fue el Viktualienmarkt, localizado en el corazón de Múnich. Sus 22.000m² se llenan todos los días de fruta, flores, quesos y miles de transeúntes.

A pesar de que en sus orígenes servía para que los campesinos ofreciesen productos frescos y cereales a los ciudadanos. Hoy en día reúne tanto a locales como a turistas que lo mismo acuden buscando comprar productos frescos como para comer algo en sus puestos o disfrutar del biergarten.

Mercado centro Múnich.

Con los minutos de luz que nos quedaban pudimos disfrutar del ambiente que se respiraba allí, mientras descansábamos sentados en unas escaleras y veíamos pasar a los turistas, los locales, los jóvenes, los ancianos… Nuestro día había terminado. Ya podíamos descansar y decir que habíamos visto todo lo que queríamos ver… pero Múnich no paraba. La ciudad todavía no se iba a descansar: sus plazas seguían llenas de vida, su gente no se refugiaba en casa, sino que salía a la calle y aunque la luz iba desapareciendo, el constante murmullo de la ciudad seguía presente. Las farolas se iban encendiendo y parecían acompañarnos en nuestro camino de vuelta a casa, como si supiesen que no nos podíamos quedar, pero aun así quisiesen darnos las gracias por haber disfrutado de su ciudad.

 

Marta Alonso Álvarez.

Fotografías del autor

Viaje de 09/06/2017 a 11/06/2017

 

 

Bibliografía

www.archdaily.com

es.wikiarquitectura.com

www.coop-himmelblau.at

www.plataformaarquitectura.cl

CityLab Vida Urbana