Visitar a un amigo al que hace tiempo que no ves puede ser incluso más satisfactorio si la visita conlleva un viaje a Estocolmo. No lo dudé dos veces cuando se me planteó la oportunidad y, aunque solo disponía de un fin de semana de abril de aquel 2016, me lancé a comprar los billetes de avión.

Estocolmo, esa ciudad nórdica llena de belleza donde naturaleza y ciudad se hacen uno gracias a sus parques, bosques y canales. Su belleza radica también en su arquitectura que combina edificios históricos intactos, trazados urbanos ejemplares de arquitectos como Markelius y arquitectura neoclásica representada por Asplund. Todas esas cosas que había estudiado en asignaturas como Historia o Urbanismo, todas esas referencias, se ponían a mi alcance; ¿el problema? Solo disponía de dos días para exprimir la ciudad al máximo. Antes de contaros cómo lo hice yo particularmente, aprendamos un poco más de Estocolmo…

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Vista de una estrecha calle del centro de la ciudad

CONTEXTO DE LA CIUDAD

Situada al sureste de la península escandinava, la ciudad de Estocolmo se extiende sobre aproximadamente 20 islas y parte del continente entre el Mar Báltico y el lago Mälar. Capital de Suecia, con una población de más de 1.3 millones de habitantes (2.1 millones en su área metropolitana) se proclama como la ciudad nórdica más poblada.

Históricamente la ciudad encuentra sus orígenes en torno al siglo XIII, dentro del periodo Vikingo, siendo en 1419 proclamada capital de Suecia gracias a su posición estratégica. Esto condujo a una mayor relación con Dinamarca no solo comercial sino también bélica, en forma de continuas batallas que desencadenarán siglos más tarde la Gran Guerra del Norte que incluyó a otros países como Noruega y Rusia y que estuvo a punto de involucrar a Francia y España enfrentadas en ese momento por la sucesión del trono español. Ya en la Edad Contemporánea al mantenerse Suecia al margen de todas las Guerras Mundiales, la ciudad quedó casi intacta y obtuvo un gran desarrollo gracias a una política e industria estable y su abundante riqueza en recursos naturales.

PASEO POR EL CENTRO DE ESTOCOLMO

Para comenzar la visita de la ciudad se hace necesario coger el metro, pero no importa, estoy bastante seguro que las estaciones subterráneas no te dejarán indiferente. Al comprar el billete de metro te das cuenta de que pese a lo que podía pensar anteriormente los precios en Estocolmo no son tan desorbitados, se asemejan bastante a los de otras grandes capitales europeas. Eso sí, se hace necesario andar haciendo cálculos continuamente pues la moneda utilizada no es el Euro, es la Corona Sueca (aproximadamente 1 EUR = 10 SEK).

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Stockholm Waterfront

Saliendo de la Estación Central de Estocolmo una primera obra llama la atención del pasajero. Se trata de un proyecto de arquitectura contemporánea que destaca por la gran plasticidad de la fachada de acero inoxidable. El Waterfront se muestra como una gran escultura metálica ante los miles de viajeros que cogen el tren cada día. El complejo está formado por tres piezas separadas que reparten entre sí las funciones de edificio de oficinas, hotel de más de 400 habitaciones y Salas de conciertos y congresos. El proyecto realizado por White arkitekter busca satisfacer una necesidad de equipamiento de este tipo en la ciudad, pero sin resultar excesivamente caro para la administración, razón por la cual se incluyen las oficinas en el programa.

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Ayuntamiento de Estocolmo

Adentrándonos hacia el centro histórico, por la orilla sur de la isla Kungsholmen, nos encontramos con uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, el Ayuntamiento. Fue construido a principios del siglo XX por el arquitecto sueco Ragnar Östberg, siendo su obra más destacada se enmarca dentro del denominado movimiento romántico nacional. Presenta un estilo ecléctico que combina el estilo de Östberg con influencias clásicas, medievales y renacentistas. El edificio es conocido por ser el lugar donde se celebra el banquete anual de los Premios Nobel, más concretamente en la llamada Sala Azul, una sala imponente por su atmósfera de lujo y techos amplísimos. Con la entrada al edificio sorprende encontrarse con un gran patio lleno de columnas y escaleras que hacen de filtro intermedio a las vistas al agua. Es el contraste entre el azul del agua y el rojo oscuro de los ladrillos del edificio lo que hace de esta obra un lugar especialmente señalado; eso y la torre campanario que se impone ante el agua como si de un faro se tratase.

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Gamla Stan

Las calles comienzan a estrecharse y entonces nos damos cuenta de que entramos en el casco histórico de la ciudad, denominado Gamla Stan. Se trata de la zona más antigua de la ciudad con origen en el siglo XII, pero mayoritariamente encontraremos edificios de los siglos XVIII y XIX. Ofrece un agradable paseo por sus laberínticas calles que nos mostrarán coloridas casas, encantadores comercios, plazas de encuentro y rincones ajardinados. Lugar también de pequeños restaurantes y acogedores cafés, especialmente necesarios si como a mí te sorprende la lluvia, una buena excusa para hacer una pausa. Continuando el recorrido llegaremos sin darnos cuenta a los principales monumentos del centro de la ciudad como la Catedral de estilo gótico-barroco o el Palacio Real de Estocolmo, que contando con más de 600 habitaciones es uno de los palacios de mayor tamaño del mundo. No hay tiempo de entrar al interior del Palacio, pero su imponente tamaño se graba en la memoria.

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Vista de la isla Djurgården

DE ISLA EN ISLA

Toca cambiar de isla y con ello cambia también la temática de las visitas pues nos dirigimos a Djurgården una isla al sudeste de la ciudad en la que predominan parques y museos. Es por ello que se trata de una de las principales atracciones de Estocolmo y si a ello le añadimos la posibilidad de llegar mediante un agradable paseo en barco la experiencia se incrementa. No sorprende, por tanto, que más de 10 millones de personas la visiten cada año, ni tampoco es de extrañar, que los príncipes herederos al trono posean allí su residencia. Sin duda un lugar donde poder pasar buena parte del día e incluso, como hice yo, comer al aire libre.

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Nordiska y Vasa Museet

Un paseo por la isla y recorremos multitud de museos como el Skansen, un museo al aire libre o los dos que me llamaron más la atención el Nordiska Museet o Museo Nórdico y el Vasa Museet. El primero particularmente interesante por representar toda la cultura Escandinava, y no hablo únicamente de sus exposiciones, también la arquitectura del edificio. Construido a finales del siglo XIX el arquitecto Isak Gustaf Clason inspiró el proyecto en la arquitectura renacentista danesa.

En segundo lugar, me encuentro con el Museo Vasa, que recibe su nombre del antiguo buque naufragado que alberga en su interior. El museo gira en torno al barco y su proceso de rescate siendo uno de los pocos navíos del siglo XVII que sobreviven prácticamente intactos. Pero no nos dejemos distraer por el barco, pues el museo en si resulta tremendamente interesante. Se trata de un proyecto realizado en los años 90 a partir de lo que fue un museo temporal. Sorprende por sus interiores de hormigón que contrastan con la madera del barco y de la cubierta creando una atmósfera idónea para ver el navío desde todos sus ángulos gracias a la luz tenue y el juego de texturas.

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Moderna Museet

Cambiamos de isla y nos movemos a la isla de Skeppsholmen, a la que podemos llegar andando gracias a los puentes que interconectan las islas de la ciudad. El Moderna Museet nos ofrece un sinfín de obras de arte moderno en sus sucesivas salas, a la vez que nos ofrece distintos encuadres de la ciudad con sus grandes ventanales cuadrados. La visita termina en la cafetería donde la pared acristalada nos ofrece unas espectaculares vistas que se acentúan con los enormes jarrones de tulipanes rojos que decoran las mesas, de nuevo un contraste azul-rojo de los que me gustan.

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Vistas desde la cafetería del museo

En cuanto a la arquitectura del museo puedo decir que me impresionó el trabajo del arquitecto español Rafael Moneo en este proyecto que resultó ganador en los años 90. Su proyecto “Telémaco” se basa en el paisaje como estrategia arquitectónica y toma un módulo como metáfora de las islas de Estocolmo y lo repite secuencialmente para no imponer ansiosamente su presencia. Es un proyecto que se basa en conceptos como la compacidad y fragmentación y las contracciones y expansiones de los espacios. Logra una atmósfera ideal para un museo gracias a la luz cenital que introduce mediante lucernarios que recuerdan al proyecto del propio Moneo para el Museo Thyssen o al de Robert Venturi para la Sainsbury Wing de la National Gallery.

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Interior de una de las salas de exposiciones

PASEO POR LA CIUDAD

Comienza el siguiente día con la idea de ver lugares un poco diferentes a los anteriores, ya no hablaremos de museos, palacios o catedrales, la dirección cambiará hacia lo que nos puede interesar no solamente como turistas sino como amantes de la arquitectura. La primera parte del día la dedicaremos a visitar dos zonas de Estocolmo interesantes por el planteamiento urbano que esconden detrás.

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Kulturhuset

En pleno bullicio de Estocolmo se sitúa este edificio que no es ni más ni menos que la Casa de la Cultura, un mega edificio de cinco plantas rodeado de centros comerciales y de un flujo continuo de multitud de ciudadanos que van y vienen. Lo interesante de este edificio diseñado por Peter Celsing en 1965 es la fachada como punto de encuentro entre el interior y el exterior. El objetivo de esta envolvente transparente es mostrar al exterior todo lo que acontece en el interior, llevando la cultura a la plaza colindante, la Plaza Sergels Torg. Es aquí cuando se hace el salto de la arquitectura al urbanismo, el edificio interactúa con la plaza rehundida consiguiendo invitar al público a entrar. En la plaza encontramos una circulación en varios niveles, consiguiendo espacios para el tránsito peatonal, espacios para el tráfico rodado e incluso espacios donde se organizan conciertos y mercados. Tanto por su relación con la plaza como por su organización y funciones encontramos en el Kulturhuset un anticipo de lo que será unos años más tardes el Centro Pompidou.

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Hammarby Sjöstad

Nos desplazamos al sureste para llegar a Hammarby Sjöstad un Ecobarrio que había tenido la oportunidad de estudiar ese mismo año. Lo interesante de esta intervención es como se transforma una zona portuaria abandonada con problemas de contaminación en un barrio respetuoso con el medio ambiente. El comienzo de la transformación se da sorprendentemente pronto, en los años 90 cuando Estocolmo quería competir por la candidatura olímpica que finalmente se llevó Atenas. El trazado de este barrio se realizó en torno a un bulevar central que actúa como eje a lo largo del cual se intercalaran parques y edificios para fomentar un estilo de vida más saludable. Las construcciones se limitan a 6 alturas para tener una densidad media, un barrio compacto, pero sin llegar al exceso. El bulevar cuenta con línea de tranvía accesible para fomentar el uso del transporte público y además los vecinos poseen un sistema de automóviles compartidos mediante el cual reducen tanto costes como contaminación. En cuanto a las viviendas, todos los edificios poseen paneles solares y un sistema de desagües que diferencia el agua pluvial del agua residual, usando la primera para riego y la segunda para obtención de energía y abono. La recogida de basuras también sorprende, pues los basureros están empotrados y cuentan con un sistema neumático de conductos que transportan los residuos.

En definitiva, con toda esta serie de medidas se busca lograr que el barrio actúe como un organismo urbano con la mayor independencia posible y el menor impacto medioambiental. A pesar de lo explicado, no todo lo que se pensó en un primer lugar ha ido funcionando, por ello desde los comienzos el barrio ha ido mutando corrigiendo los errores y adaptándose a los nuevos tiempos. Este tipo de intervenciones urbanas no solo resultan beneficiosas para sus habitantes, sino que nos permiten a los demás aprender de los distintos modelos de habitar hacia los que indudablemente deberíamos tender.

DE AQUÍ A ALLÁ

Sigue la ruta, pues aún quedan unos pocos lugares que indudablemente hay que visitar, en concreto dos. Se trata de dos de las obras más emblemáticas del arquitecto holmiense (gentilicio de Estocolmo) Erik Gunnar Asplund, la Biblioteca y el Cementerio de Estocolmo.

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Biblioteca de Estocolmo

La biblioteca de Asplund fue construida en 1918 en un estilo clásico que le da al edificio un aspecto autoritario, como si la cultura se quisiera imponer en la ciudad. La composición del edificio se basa en geometrías simples como el cilindro y el cubo que siguen reglas de composición en proporción áurea, es decir, las dimensiones se relacionan en base al número de oro φ, proporción considerada como perfecta desde la antigüedad. Asplund proyectó esta biblioteca con claras referencias a las obras teóricas de Boullée y Ledoux e incluso al Panteón, aunque a diferencia de este último sustituye la idea inicial de cúpula por la de cilindro por considerar que expresaba mejor la ausencia de distancia, lo difuso y lo infinito.

La llegada al interior del edificio supone todo un ritual, pues Asplund diseña el paisajismo exterior con elementos de agua y vegetación que se suceden por una escalera que sigue el eje de la calle y nos conduce a la entrada principal. Cruzando la entrada nos encontramos en un primer lugar con unas escaleras cuyas oscuras paredes están decoradas con relieves egipcios, creando un recorrido evocador hacia el interior. Tras subir las escaleras nos encontramos de forma dramática por el contraste de luz y color con la sala central, una gran sala iluminada cenitalmente que crea una experiencia espacial extraordinaria. A esto hay que añadirle que la inmensidad de la sala se encuentra repleta de libros que se reparten por las estanterías que revisten los muros curvos creando un escenario que definitivamente invita a la lectura.

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Cementerio del bosque

Un poco más lejos, al sur de Estocolmo encontramos un extenso bosque llamado Enskede donde Asplund ganó el concurso para la realización de la Capilla de la Santa Cruz y el Crematorio del bosque. Desde un primer momento el proyecto de Asplund busco subordinar su arquitectura al paisaje mediante la conservación máxima del bosque y una superposición de un sistema de caminos y senderos que guiarán por los puntos singulares del complejo.

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Sendero que da entrada al cementerio

Al entrar nos encontramos con un gran sendero que nos guía a lo largo de un sinuoso prado coronado por la Colina de la Meditación, lugar desde el cual podemos vislumbrar la grandeza del conjunto. Tras la colina comienzan a aparecer la figura de cientos de árboles que anuncian la presencia de un majestuoso bosque. Siguiendo por el sendero aparece a nuestra derecha una gran cruz pétrea que parece alzarse contra el cielo y que contrasta fuertemente con la linealidad del muro que nos guía a nuestra izquierda. Tras haber vislumbrado la cruz, aparece la Capilla de la Santa Cruz con un gran pórtico de mármol blanco continuo que parece trasladarnos a los antiguos templos griegos, pero con un toque de mayor calma y serenidad. En el centro del pórtico encontramos una escultura que señala la entrada de luz del lucernario creando una dramática escena, se trata de La Resurrección de John Lundqvist.

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Vista del crematorio y capilla de Asplund

Las piezas diseñadas por Asplund se organizan linealmente al lado del camino, dejando el Crematorio en una parte más interior al bosque. El crematorio inspira su forma piramidal en las copas de los árboles mientras que la geometría recta y horizontal de la capilla contrasta con la sinuosidad de la colina situada al otro lado del sendero. La colocación de los edificios en el paisaje refleja la tradición vernacular nórdica e incluye en el paisaje un estanque que remata el conjunto otorgando armonía y ofreciendo un juego de reflejos al visitante.

Particularmente quedé gratamente sorprendido visitando este cementerio pues es la naturaleza la que predomina en todo momento, no la fe, pudiendo entenderse como una voluntad de Asplund de separar la ceremonia religiosa del descanso eterno. Durante el paseo por el bosque puedes observar como la luz va cambiando al tamizarse por los esbeltos troncos del arbolado, un paisaje de luz gentil casi traído de otro mundo.

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Restaurante mirador Eriks Gondolen

DESPEDIDA

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Vistas desde el mirador

La hora de marcharse se acerca y quiero buscar una forma de despedirme de esta hermosa ciudad. ¿Por qué no hacerlo desde lo más alto? Mi parada final es el Ascensor Katarina, un mirador que te lleva al cielo de Estocolmo, donde el restaurante mirador Eriks Gondolen parece coronar la ciudad. Una vez arriba las vistas hacen que pierdas la noción del tiempo, tanto que comienza a anochecer. La manera perfecta de decir adiós a este corto, pero intenso viaje.

Arturo Cebollero Burgués

 

Viaje realizado en abril de 2016

 

FUENTES Y DOCUMENTACIÓN UTILIZADA

Fotografías propias

Libros: Monografía de E.G. Asplund y Guía de Estocolmo

Links Web :

https://es.wikipedia.org/wiki/Estocolmo

http://www.stockholmbusinessregion.se/Global/Guide_ESP_low.pdf

http://www.europamundo.com/guiaspdf/ESTOCOLMO.pdf

http://viajedearquitectura.com/guias/7.pdf

https://www.klm.com/destinations/es/es/europe/sweden/stockholm/articles

http://www.plataformaarquitectura.cl/cl/tag/estocolmo

https://www.visitstockholm.com/Global/About%20Us/Publikationer/ESP_STHLM_Guide_16.pdf

https://elblogdefarina.blogspot.fr/2010/03/hammarby-sjostad-barrio-eco-friendly.html